INTRODUCCIÓN

LAS HISTORIAS DE BENDALA (I)

Amigo lector o amiga lectora:

Estos breves relatos que tienes en tus manos no son más que trocitos de mi vida -estén o no escritos en primera persona-, tal y como los viví, o de otras vidas cuyos protagonistas muy próximos a mí me los confiaron, quizás para que no muriesen con ellos. Con ellos comparto esa necesidad de trascender el ámbito de nuestras limitadas existencias, de prolongar nuestra realidad aunque sea en el recuerdo de los otros, cada vez que alguien descubra quiénes fuimos, qué sentimos o qué soñamos.

De ningún modo me expreso desde el odio o el resentimiento; antes al contrario, los años han cubierto mis recuerdos de una pátina de melancólica comprensión ante lo que ya no tiene remedio, o de contenido alborozo frente al regocijo, cuando después de acordado da dolor, como dijo el poeta. Por ello pido que nadie se sienta aludido, ofendido o escarnecido. Las cosas fueron así, más o menos, y eso no habrá quien lo borre.

He cambiado algunos nombres, y otros los he obviado por razones de confidencialidad. Doy mi palabra de que el núcleo fundamental de todas las historias es auténtico, por muy dramático o esperpéntico que parezca. En dos de ellas –“Mundo” y “El capitán italiano”- tengo serias dudas sobre si solo serían chascarrillos; pero me los contaron tan bien que merecerían haber ocurrido de verdad.

Me he permitido incluir al final dos historias también verdaderas: una sobre Zenobia Camprubí y otra sobre Miguel Hernández -ambos importantes para mí-, tamizadas por el sentimiento de mis humildes versos.

Si abres este librito cada día al azar puede que te sorprenda, como la vida misma, con un hecho alegre, dramático o ‘mediopensionista’. La sucesión de relatos no obedece sino a la casualidad del orden a1fabético. Tanto si lo usas en el cuarto de baño como sustituto de las etiquetas de champú o desde tu mesilla de noche para conciliar el sueño, me habré dado por satisfecho, sobre todo si consigo conectar con tu sensibilidad y tu sentido del humor.

EL AUTOR