Por Juan
Manuel Bendala. Ilustración de Vicente Toti.
De tanto moverse de aquí
para allá por el cuartel en bicicleta la marinería lo rebautizó como El Tragamillas. El sargento andaba todo
el día a la caza de algún desocupado. Cada vez que atrapaba a un incauto con
aire de estar holgando, libreta en ristre, pedía con voz destemplada:
-¡Número, número!
Las víctimas quedaban anotadas en un siniestro
cuadernillo de pastas negras y flexibles. Al día siguiente saldrían nombrados
en “la orden” para servicios especiales de limpieza, tales como recogida de
basuras putrefactas olvidadas en algún rincón o adecentamiento de retretes
inmundos.
El suboficial, fuerte, rubiote, de marcado acento
gallego, tenía una pequeña corte de adláteres, que medraba a costa de una
constante adulación y complacencia. Se dirigía a ellos con una muletilla, que pretendía
ser afectuosa:
-A ver, monstruos...
Aquella mañana, El
Tragamillas ya había enrolado bastante mano de obra. Acababa de pescar en el inmenso patio de instrucción a
otros dos pardillos cuando se le acabó la tinta. Con altanería reclamó de su
guardia de corps un medio para escribir:
-A ver monstruos, dadme un bolígrafo.
Inmediatamente los pelotas se palparon con premura todos los bolsillos
de las marineras y de los pantalones, al tiempo que reclamaban de los que
andaban cerca:
- ¡¿Quién tiene un bolígrafo para el sargento?!, ¡¿quién
tiene un bolígrafo para el sargento?!
El cacareante grupo de
gallinas repitió varias veces la misma cantinela; todos los colaboracionistas
querían hacer méritos. De repente, sobre el griterío del grupito policial se
impuso la voz fuerte y serena de un marinero, de Huelva por más señas, recostado
junto a uno de los cañones que adornaban el patio:
-Mi sargento, ¿le da igual un lápiz?
El Tragamillas, con un aire de estudiada resignación, entornó los
párpados, alargó la mano con displicencia, y dijo:
- Sí, a ver, monstruo.
El intruso, sin inmutarse, dirigió su joven vozarrón
a la concurrencia y con tranquilidad reclamó a uno y otro lado:
- ¡¿Quién tiene un lápiz para el sargento?!, ¡¿quién
tiene un lápiz para el sargento?!
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