lunes, 8 de abril de 2013

Capítulo XL - NAVIDADES



Por Juan Manuel Bendala. Ilustración de Vicente Toti.

   
      Incluso se le parecía físicamente; tenía la nariz algo aguileña y de estatura más bien recortada; el resto lo ponía él: sacaba la barriga, atiplaba la voz y movía el antebrazo arriba y abajo rítmicamente, remarcando cada tajante afirmación de su arenga. Juan José era un artista imitando a Franco, y en Navidades su discurso era ya tradición de varios años. Desde lo alto de la escalera del Instituto, en el amplio hall, se dirigía muy serio a la multitud, que lo aclamaba desde allí abajo.
Su boca iba desgranando un galimatías de los tópicos y lugares comunes tan manoseados por el Dictador. Iniciaba, a propósito, las frases de manera confusa, con menor volumen de voz, que subía de repente al final de las mismas, remarcando las últimas sílabas. A cada instante introducía preguntas retóricas, que por lo tanto no pedían respuestas, pero que el público las respondía, mezclándolas a conciencia con una aclamación:

-…, porque ¿quién se llevó el oro de España?

-¡¡¡Franco, Franco, Franco!!!, gritaba la gente.

-…, porque, ¿quién sumió a nuestra patria en la anarquía y la miseria?

-¡¡¡Franco, Franco, Franco!!!, medio afirmaban, medio aclamaban, con mayor entusiasmo cada vez.
    
     Desde un extremo los bedeles asistían con caras avinagradas al evento. A alguno se le llegó a oír murmurando entre dientes:

-¡Partía de comunistas…!
    
     Finalizado el discurso, se formaba una especie de procesión cívica que iba recorriendo los pasillos, al ritmo de los más heterogéneos instrumentos de percusión, mientras voces destempladas cantaban peculiares villancicos ‘políticos’. Iniciaba la ronda un solista:

-¡En el cielo manda Dios / y en la tierra los gitanos, / y en el aceite de oliva / mandan los americanos¡

Y el nutrido coro a cada estrofa respondía siempre con el mismo estribillo:

-¡¡¡Franco, Franco, Franco, dime de qué modo tú te las arreglas pa salí en el NODO!!!
Chín, ta, ta, chín, ta, ta chín remataba la música.
    
     Juan José nos dejó antes de tiempo. Es una pena que no haya un cielo donde se arrienden balcones, para que él desde allí nos arengase de nuevo cada Navidad.


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